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Historia de la Gestapo (2)

La Gestapo fue una herramienta altamente eficiente y muy bien preparada del régimen de la Alemania nazi. Con muy pocos agentes consiguieron controlar a la población tanto de Alemania como de los países ocupados. La eficiencia en su organización fue una de las claves de su éxito.

La organización de la Gestapo

La organización de la Gestapo, aunque nunca fue sencilla, sí era fluida. Las SS bajo Himmler controlaban amplios sectores del Estado, incluyendo funciones económicas, administrativas y sobre todo policiales. Müller fue el encargado del funcionamiento de la Gestapo. Era el trabajo perfecto para él. Su celo sólo era comparable a su obsesión con la eficacia. Pronto las cosas marcharon como él quería.

El informe de la Gestapo era claro y nada ambiguo. Sería el medio para limpiar la Alemania nazi de todas las impurezas culturales, raciales, sociales y políticas. Si sus métodos entraban en conflicto con los estatutos existentes, la Gestapo tendría preferencia.

A todos los que pasaban por las manos de la Gestapo se les fotografiaba, se les tomaban las huellas y se le asignaba una ficha con detalles personales de su supuesto crimen, los detalles del interrogatorio y la acción tomada al respecto. En los índices de esas fichas yacía el poder de la Gestapo. Los archivos se parecen a los de cualquier gran burocracia. El lenguaje es formal y hay cajas para cada información. Es como si la apariencia oficial del papeleo legitimara las acciones que tan concienzudamente registraba.

La eliminación de la SA

Los nuevos jefes supremos de seguridad aparecían en público con frecuencia, excepto Müller, que insistía en mantener la discreción. Daban la impresión de tener una confianza total, pero sus problemas no habían acabado todavía. Existía una seria amenaza para sus ambiciones. A pesar de haberla apartado, la SA no había desaparecido a comienzos de 1934.

Tras sus saqueos salvajes del principio, Hitler había frenado a la SA, pero Röhm seguía decidido a trabajar por su cuenta y completar su revolución nacionalsocialista. Para Röhm el partido nazi debía todo su éxito a sus tropas de asalto y merecía tener poder policial y militar como recompensa. La situación se complicaba por el hecho de que Röhm era uno de los pocos que tenía confianza con Hitler. Era el jefe de personal de Hitler. En público, Hitler apoyaba a Röhm en sus aspiraciones.

CC BY-SA 3.0 de – Bundesarchiv, Bild 102-14886

Röhm se estaba convirtiendo en un problema. Hitler adoptando sus técnicas habituales, hizo que sus otros esbirros se deshicieran de Röhm. El 27 de junio de 1934, en una reunión secreta en la calle Prinz Albrecht, Heydrich anunció que la inteligencia ha confirmado que la SA al mando de Röhm está planeando un golpe de Estado. Era una mentira flagrante.

Heydrich y Müller coordinaron una llamada contraoperación desde el cuartel general de la Gestapo. Heydrich preparó una lista preparada por Hitler de aquellos a los que fusilarían. Unos días después, los rotativos informaban del suceso. 90 rivales internos, incluyendo a Ernst Röhm, habían sido liquidados en la purga, conocida como la Noche de los Cuchillos Largos. La policía desfilo triunfante por delante de las oficinas de Hitler. La SA quedó aplastada. Después de haber eliminado la amenaza, el servicio de seguridad de Himmler tenía un poder ilimitado. La Gestapo estaba lista para avanzar. Nada ni nadie podría pararla.

El funcionamiento de la Gestapo

Hitler, Himmler, Heydrich y Müller tenían ahora el control total de la seguridad de la Alemania nazi. La policía política del país, bajo las órdenes de la Gestapo, estaba ya suprimiendo toda forma de disidencia. Bajo el mando de Müller, que había hecho un estudio de la famosa policía política soviética, la Gestapo estaba estableciendo sus métodos característicos. Todos estaban diseñados para difundir el miedo.

Heinrich Müller

En la propaganda, los agentes de la Getapo aparecían como los guardianes del pueblo. Estaban allí para servir. Los carteles mostraban a la policía como amigos y ayudantes, como protectores de la sociedad de las fuerzas oscuras que la amenazaban. Hasta aparecían en los juegos de los niños. Todo formaba parte de la estrategia cuidadosamente ideada por Müller, diseñada para crear una imagen específica de la Gestapo en la mente popular. Y esa imagen era la de un cuerpo todopoderoso, capaz de aplastar a sus enemigos a discreción. La clásica llamada a la puerta de la Gestapo, repentina, rápida y anónima, subrayaba su aura de control total.

Como parte de esto, Müller avivaba la creencia de que la Gestapo estaba en todas partes. También se colocaron historias de propaganda en los periódicos para inculcar miedo en los manifestantes potenciales. Los informes describían un goteo incesante de detenciones. De hecho había largos anuncios del poder de la Gestapo.

El conocimiento de la Getapo era en realidad menos completo de lo que implicaba su imagen meticulosamente cuidada. Pero la acumulación de información seguía siendo mucho mayor de la que se podría esperar de un grupo tan pequeño de oficiales. El secreto del éxito de la Gestapo fue su extensísima red de informadores. Fue el público alemán el que hizo gran parte del trabajo de la Gestapo. Los oficiales estaban encargados sobre todo de analizar y cotejar los datos que llegaban.

Muchos denunciantes lo hacían con la creencia de que el futuro de la Alemania nazi era más importante que el destino de los individuos. Otros lo hicieron por envidia o por venganza. Y aún más lo hicieron para salvarse a sí mismos o a sus familias. Como se sabía que las sospechas de la Gestapo llevaban a los campos de concentración, la palabra de un oficial era todo lo que se necesitaba.

Y enseguida todo el mundo supo que la Gestapo igualaba la piedad con la debilidad y consideraba la debilidad fatal para el régimen. La fama de la Gestapo quedó firmemente establecida y la oposición al partido nazi fue aplastada enseguida.

La Gestapo como poder incontestable

A finales de los años 30 la Gestapo había purgado a Alemania de toda resistencia visible. Fue el momento en que lo líderes pensaron que podrían cumplir su verdadero destino y dar forma a un Reich milenario. Heydrich puso en palabras la nueva tarea de la Gestapo: la policía del estado nacionalsocialista cumplirá sobretodo la tarea de reconstruir la sociedad del pueblo desde la base según los preceptos del liderazgo político.

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El ideal nazi era la Volksgemeischaft, la comunidad étnico-nacional. Esta sociedad estaría basada en la igualdad, la unidad y la armonía social, pero sólo para quienes pertenecieran a la raza aria y se sometieran ciegamente a los dictados del régimen. Requería absoluta conformidad. La tarea de la Gestapo era hacer listas de aquellos cuyas acciones les incapacitaban. Las faltas que hacían ingresar en las listas eran muchas y variadas.

No se esperaba que la Gestapo persiguiera a los que figuraban en las listas. Simplemente había demasiados y la tarea se delegó en las fuerzas policiales ordinarias. Uno de los grupos que aparecían en las listas fue el de los judíos. Enseguida, la discriminación fue legal. El 15 de septiembre de 1935 se anunciaron las leyes de Nürenberg. La discriminación de los judíos tenía ya una base oficial: las leyes raciales. La gente no necesitó ánimos. Una nueva clase de pseudociencia entró en vigor.  

La Gestapo en el exterior

En 1936 Hitler nombró a Himmler jefe de toda la policía de Alemania. Eso suponía que todas las fuerzas policiales del país estaban controladas por el aparato político del partido nazi. El alcance de la Gestapo aumentaba. La Gestapo era tan efectiva en sus tareas nacionales que a finales de los años 30 estaban listos para extender sus alas. Hitler tenía preparado un nuevo papel para ellos.

Hitler tenía planes para extender el III Reich y la nueva conquista tendría que aplacarse. Hitler asignó a la Gestapo la tarea de desmantelar toda resistencia en los territorios ocupados. Heydrich preparó los planes. La Gestapo acompañaría a las fuerzas armadas alemanas en sus primeros movimientos por el extranjero y por los territorios de los países más simpatizantes con la Alemania nazi.

Reinhard Heydrich
CC BY-SA 3.0 de – Bundesarchiv, Bild 152-50-10

Müller asignó a sus oficiales de mayor confianza la composición de listas secretas de los que podrían causar problemas. Serían detenidos y eliminados en cuanto empezara el movimiento militar. Austria en marzo de 1938 fue la primera en quedar anexionada. A penas unos meses después, el ejército marchó sin oposición por los Sudetes, la parte germanoparlante de Checoslovaquia. Al igual que Austria, lo veían como territorio nacional a pesar de estar en otro país. Allí la Gestapo también llegó con sus listas.

Luego siguieron hasta Praga. Con los Sudetes bajo control era fácil hacerse con la capital checa también. Hitler había expandido el Reich prácticamente si oposición y mientras la Gestapo limpiaba los nuevos territorios de cualquier rastro de oposición, su popularidad se alzaba a nuevas cotas.

Pocos esperaban que Hitler detuviera allí su agresión. Su maquinaria propagandística empezaba a sonar a guerra en Europa. Y en el cuartel general de la Gestapo en Berlín, los planes ya estaban trazados. Heydrich, Müller y un grupo pequeño de oficiales de la Gestapo de confianza estaban preparando la operación Tannenberg. Era un complot brutal y despiadado con la intención de engañar tanto al público alemán como al mundo entero.

Se le había encomendado a la Gestapo el trazado de un plan que llevaría a Europa y finalmente al mundo entero, a la guerra. Su poder ahora era inmenso.

Última actualización el 2022-06-09 / Enlaces de afiliados / Imágenes de la API para Afiliados