En la Alemania nazi los animales gozaban de una posición mucho mejor que aquellas personas que se encontraban fuera del Volksgemeischaft, esto es , que las personas que no eran arias o eran ideológicamente contrarias al nazismo. Un perro tenía más derechos que un ser humano.
El idealismo alemán como base del nazismo
Desde el siglo XVIII los territorios germánicos de Europa han proporcionado al mundo gran cantidad de filósofos de renombre. Hegel, Heiderger o Kant son quizás los nombres más conocidos. Al carecer de una historia de peso y sobre todo, al carecer de una literatura que valga considerar, los filósofos y pensadores germanos de los siglos XVIII y XIX buscaron su razón de ser en la cultura, en las costumbres, en la lengua y finalmente en la raza.
La búsqueda de los orígenes naturales de las cualidades humanas se mezclaba con los mitos populares. Estas relaciones se hacían en base a los sentimientos, a lo que parecía que era, y nunca a lo que realmente era. De esta manera la creencia fue sustituyendo a las pruebas científicas. La idealización de los animales como ejemplo de los valores supremos de la naturaleza entra dentro de este juego de ideas. El nazismo se limitó a llevarlas hasta las últimas consecuencias.
La protección animal en la Alemania nazi
El animalismo no es un tema menor dentro del régimen nazi. La justificación de sus crímenes y de su ideología en las teorías evolutivas de Darwin y en lo que veían en la naturaleza estuvo siempre muy presente dentro de su ideología.
Hitler obtuvo el puesto de canciller de Alemania el 30 de enero de 1933. La toma total del poder en el país sólo duró dos meses. Para finales del mes de marzo de ese mismo año, los nazis tenían el control total del país. Éste es el momento de inicio de la implantación sin tapujos de su nueva sociedad aria y los animales fueron uno de los primeros temas de los que se preocuparon.
Tan solo 80 días después de su nombramiento como canciller, Hitler aprobó la primera ley de protección de los animales. Un hito histórico, ya que era la ley más avanzada del mundo en este tema. La ley se aprobó el 21 de abril de 1933, el mismo día que se abrieron los campos de concentración de Dachau y de Oranienburg. La ley de protección animal era tan avanzada que muchos de sus artículos estuvieron en vigor hasta la década de los ’70.
Esta ley le confiere derecho por primera vez a los animales. Las leyes estipulan que está prohibido hacer sufrir inútilmente a un animal; se prohíbe cebar por la fuerza a las aves; se prohíbe realizar operaciones sin anestesia a animales de cualquier tipo; se prohíbe abandonar a un animal de compañía; se prohíbe la vivisección, incluso para la investigación médica.
Los animales como propaganda
La protección a los animales en la Alemania nazi era obviamente un tema de convicción, pero esto no impidió que se utilizase como arma propagandística. Se podría leer frecuentemente el eslogan «El Führer es el mayor protector de los animales del mundo». Los nazis creen en la protección de los animales, pero también saben que sus compatriotas muchas veces quieren más a sus perros que a sus hijos.
Vender la idea de que los líderes nazis con grandes amantes de los animales les hace parecer personas amables y sobre todo, personas en las que se puede confiar. La gente buena trata bien a los animales. Sólo los bárbaros maltratan a un animal. Esta idea se repetía una y otra vez y esta es una de las razones por las que se pueden ver innumerables imágenes de líderes nazis acompañados por diferentes tipos de animales. Una persona que da de comer a unos cervatillos no puede ser mala.
Los judíos no están ausentes dentro de esta propaganda animalista. Basándose en ese idealismo alemán que sustenta el nacionalismo nazi, la propaganda relaciona al ario, al ser superior, con la naturaleza, el campo y la vida en armonía con el entorno. El judío aparece como todo lo contrario. El judío masacra a los animales y los maltrata, sobre todo con los sacrificios kosher, que supone desangrar a los animales antes de despiezarlos. Esta práctica será descrita como muestra de su inferioridad como humanos y también será prohibida en las leyes de 1933.
La propaganda llegó incluso a los jardines zoológicos. El zoo de Berlín sufrió una importante remodelación durante la Alemania nazi. En los años ’30 los animales considerados germánicos fueron colocados en una posición preeminente en este zoo, haciendo referencia a su superioridad con respecto a otros del reino animal. Los cuidadores del zoo se convirtieron por tanto en los mantenedores de esa superioridad germana. Desde el 1 de mayo de 1933 se les dio uniformes nazis y desfilaban en las marchas del partido.
El pastor alemán, el reflejo de las cualidades alemanas
Aunque el pastor alemán es una de las razas más famosas y expendidas del mundo, no es una raza natural. El pastor alemán fue creado en 1899 por el criador de perros Maximilian von Stephanitz. Este criador y ferviente nacionalista buscaba crear el perro perfecto, un perro que además mostrase las cualidades del pueblo alemán: agresividad, fuerza, resistencia y obediencia.
La nueva raza pronto se hizo muy popular, tanto que fue el perro preferido para las fuerzas nazis. En los campos de concentración era el perro más habitual. Incluso Hitler siempre estuvo acompañado de su querida perra Blondie, el pastor alemán más popular de la Alemania nazi.
La importancia del perro en general se celebraba en el día del perro, una festividad anual donde se honraba a los perros y donde se recordaba la importancia de este animal en la cultura germánica.
Los pastores alemanes jugaron también un papel muy importante en la guerra mundial. AL sur de Berlín, en la pequeña población de Kummersdorf se creó una escuela de adiestramiento de perros para las fuerzas armadas alemanas. Se calcula que hasta 200.000 perros fueron entrenados allí durante los 12 años que duró el régimen nazi.
Los perros en los campos de concentración nazis
El perro con mayor presencia en los campos de concentración nazis era el pastor alemán. Cada campo tenía una perrera donde se criaban y cuidaban. Las patrullas que vigilaban tras las vallas de los campos siempre iban acompañados de uno de estos agresivos animales.
A pesar de la eficiencia de los pastores alemanes, las SS trataron de crear una nueva raza para los campos. El objetivo era crear un animal con todas las cualidades del pastor alemán, pero más agresivo. Para ello se realizaron cruces de doberman con pastores alemanes. Aunque algunos entraron en servicio, a veces eran demasiado incontrolables, por lo que su cría se interrumpió.
Los perros además eran adiestrados para que actuasen especialmente en los campos. En unas directrices de septiembre de 1944 se especifica cómo debe ser la alimentación de los perros en servicio para que sean aún más agresivos. Se especifica que las raciones diarias deben limitarse estrictamente a 150 gramos de pienso seco. Esto provocaba una gran agresividad en los animales.
La naturaleza como justificación del nazismo
A partir de las teorías evolucionistas de Darwin surgieron diferentes movimientos políticos que justificaban sus creencias en estas teorías. Básicamente decían que si en el mundo animal sólo sobrevive el más fuerte y que el débil es destruido, entre sociedades humanas esto era también aplicable.
Los nazis consideran que la raza alemana era una raza superior, una raza fuerte que tenía el derecho proporcionado por la naturaleza de eliminar a los más débiles. Esto justificará desde la perspectiva nazi la dominación mundial, pero también justificará a eliminación de los elementos más débiles del grupo propio.
Cuando se piensa en eliminaciones en masa en la Alemania nazi se piensa automáticamente en el pueblo judío. Sin embargo, el primer pueblo en ser masacrado por estas ideas fue el propio pueblo alemán. En 1939 la Alemania nazi puso en marcha la operación T4, cuyo objetivo era la eliminación de todos aquellos alemanes que fueran considerados defectuosos desde el punto de vista racial. Los sanatorios y manicomios de Alemania y Austria se convirtieron desde ese momento en lugares de ejecuciones masivas mediante cámaras de gas e inyecciones letales. Se calcula que en torno a 200.000 alemanes fueron asesinados en este proyecto.