La capital de Sajonia era una de las ciudades más bellas de Alemania. Capital del antiguo reino de Sajonia, la ciudad era conocida como la Florencia del Elba por la gran cantidad de edificios monumentales construidos durante el siglo XVIII. A pesar de su belleza, la ciudad fue completamente arrasada por un masivo bombardeo británico en los últimos compases de la segunda guerra mundial, convirtiéndose en una de las ciudades más destruidas de la Alemania nazi. Sin valor militar ni industria bélica, la ciudad no debería haberse convertido en un objetivo de la fuerza aérea británica. Hoy en día se debate sobre si los bombardeos sobre Dresde deberían considerarse como un crimen de guerra de los vencedores.
Dresde bajo la esvástica
La ciudad de Dresde siempre se ha considerado una de las más bellas de Europa. La ciudad, capital de Sajonia y fervientemente protestante, era uno de los baluartes de la Alemania nazi. Lugar de visita de miles de turistas cada año, Dresde pasó desapercibida para los aliados durante casi todo el conflicto bélico.
Hacia finales de 1944 se empezaba a hacer evidente por toda Alemania que la guerra estaba perdida. Sobre todo en las provincias más orientales del país se sentía con terror la cada vez más próxima línea del frente. En las últimas semanas de 1944 y primeras de 1945 miles de refugiados del este comenzaron a invadir el centro de Alemania. Dresde fue una de las localidades centrales de esa acogida de alemanes del este. Algunos se quedarán, pero miles de ellos continuarán su camino hacia provincias aún más occidentales, ante el miedo a la llegada de las tropas soviéticas.
Pero Dresde no sólo es lugar de paso para miles de refugiados. La ciudad también es punto de paso para miles de soldados enviados a reforzar el tambaleante frente este. También existen muchos hospitales de campaña en la ciudad, los cuales están saturados. A pesar de las penosas condiciones del frente este, muchos siguen sintiéndose seguros en Dresde. Hasta entonces, los bombarderos aliados habían dejado en paz a la ciudad en busca de otros objetivos más importantes.
Dresde bajo las bombas
En febrero de 1945 se reunieron en Yalta, a orillas del Mar Negro, los representantes de los tres grandes: la Unión Soviética, Estados Unidos y Reino Unido. En esta conferencia se empezaron a marcar las directrices del futuro de Europa, pero también se marcaron objetivos concretos para acelerar el final de la guerra. Uno de esos objetivos era el bombardeo por parte de Gran Bretaña de las ciudades del este de Alemania. Se pensaba que estos bombardeos haría cundir el pánico entre la población civil y además provocarían un éxodo masivo de refugiados, lo que bloquearía las vías de comunicación de la Alemania nazi, facilitando así el avance ruso por el este. Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron de acuerdo con este plan.
Aunque desde el mando alemán se descarta un ataque masivo contra Dresde, los británicos pronto organizan una operación para borrar a la ciudad del mapa. El bombardeo de Dresde tomaría el nombre de Operación Thunderclap. La misión es planificada por el mando de bombardeo estratégico. El comandante en jefe es Arthur Harris, popularmente conocido como Bomber Harris. Bajo su mando se desarrolló la técnica revolucionaria del bombardeo en alfombra.
Desde 1942 las escuadrillas de bombarderos estratégicos británicos hostigan las ciudades de la Alemania nazi con la técnica del bombardeo en alfombra. El objetivo es causar un daño espectacular para que cunda el pánico entre la población y así decaiga la moral del pueblo alemán. Los nazis habían comenzado la guerra con bombardeos similares sobre Varsovia, Rotterdam o Coventry. Ahora sufrían esos ataques en sus propias carnes.
El 13 de febrero de 1945 era día de carnaval en Dresde. El carnaval es una de las festividades más arraigadas en Alemania desde la Edad Media. A pesar de la guerra, en 1945 todavía se celebró en Dresde. La población trataba de olvidar el conflicto y la proximidad de los rusos. Los niños eran los únicos que no se daban cuenta de lo que ocurría y realmente se divirtieron ese día, jugando y bailando por el centro de Dresde disfrazados de las más diversas maneras.
Ese mismo día en Gran Bretaña se prepara el primer bombardeo de Dresde. El mando de bombardeo estratégico ha dado órdenes de cargar cientos de aviones con bombas de diferentes tipos para que por la noche se dirijan a bombardear Dresde. El plan era sencillo: volar 2700 kilómetros desde las bases en Gran Bretaña hasta Dresde, descargar las bombas y volver a la base.
Hacia las cinco y media de la tarde se dio la orden de despegar a los aviones. Las tripulaciones se enfrentaban a cinco horas de vuelo sobre el mar primero, y sobre la Alemania nazi después. A las 21:40 sonó la alarma de ataque aéreo. En otras ocasiones habían sonado alarmas similares, pero siempre habían sido falsos avisos de ataque, así que mucha población no se las tomó en serio. La cosa cambió cuando se empezaron a escuchar los primeros aviones aproximándose a la ciudad.
Sobre las 22:30 los bombardeos alcanzaron el objetivo. La orden era bombardear de manera masiva el casco histórico de la ciudad, un espacio lleno de significación para Alemania y también altamente poblado. El primer paso del bombardeo fue la iluminación de la ciudad. Para bombardear con precisión, la RAF utilizaba bombas llenas de bengalas que se lanzaban sobre los objetivos. Estas bombas caían lentamente gracias a pequeños paracaídas y permitían iluminar los objetivos que se querían bombardear. Una vez identificado el lugar exacto del bombardeo, comenzaba el ataque propiamente dicho.
La población se refugió mayoritariamente en los sótanos, los cuales apenas estaban reforzados y difícilmente les podrían resguardar de un ataque aéreo. En Dresde apenas hay refugios antiaéreos propiamente dichos, ya que al no tratarse de un objetivo militar, el régimen nazi no lo consideró necesario.
La destrucción y las víctimas del bombardeo
Entre las 22:03 y las 22:28 se lanzaron 500 toneladas de bombas explosivas y 374 toneladas de bombas incendiarias sobre Dresde. Después de 25 minutos finaliza el ataque. Cuando los bombarderos británicos se retiran, las calles están iluminadas como si fuera de día. Los edificios en llamas dejan entrever las ruinas de los monumentos y de los edificios de viviendas del casco histórico.
Al igual que en la mayoría de ciudades de la Alemania nazi, en Dresde no existen equipos cualificados de bomberos, ya que han sido reclutados y enviados al frente. Las cuadrillas antiincendios se componen de ancianos y de jóvenes de las Juventudes Hitlerianas. El trabajo estaba dificultado por las bombas de acción retardada. Cientos de bombas habían sido lanzadas para que explotasen minutos o incluso horas después de que hubiese pasado el bombardeo inicial.
Media hora más tarde del primer bombardeo, una nueva oleada de aviones penetra en el espacio aéreo alemán. Con 529 aviones, su número dobla al grupo inicial. Los pilotos de estos aviones no necesitaron hacer uso de sus aparatos de navegación, ya que el incendio de la ciudad era visible desde el aire a cientos de kilómetros. Con 965 toneladas de bombas explosivas y más de 800 toneladas de bombas incendiarias, este ataque dobla en potencia al anterior.
Tras acabar el ataque el sufrimiento continúa. Dresde es una gran hoguera que tardará horas en apagarse. Los edificios en llamas succionan el oxígeno de las calles y los sótanos. Cientos de personas que están a salvo de las bombas se asfixian por este fenómeno. Otras tantas morirán calcinadas al tratar de escapar de sus escondites subterráneos y ser succionados por los grandes incendios.
Muchos edificios de piedra, las calles adoquinadas o los edificios con estructura de acero también ardieron. Hoy en día se debate sobre el uso de bombas de fósforo, que sería las únicas que habrían permitido que estas edificaciones se quemaran. La fuerza aérea británica lo niega, pero las investigaciones parecen mostrar que la realidad fue otra. Lo que si está demostrado es el uso de un primitivo napalm. Los bombarderos británicos lanzaron bidones de fósforo blando mezclados con caucho y gasolina. Esta mezcla ardía fácilmente además de impregnar cualquier superficie.
Por la mañana del día 14 parece que lo peor ya ha pasado. Sin embargo más de 300 bombarderos B-17 de los Estados Unidos se dirigen hacia Dresde en una tercera oleada. Su misión es terminar el trabajo destruyendo cualquier cosa que quede en pie. En esta ocasión cayeron 475 toneladas de bombas explosivas y 396 toneladas de bombas incendiarias.
Durante ese tercer ataque centenares de personas se refugiaron a la orilla del río Elba. Muchos de los presentes aseguran que varios aviones hicieron pasadas en velo rasante ametrallando a la población. En los documentos oficiales de la fuerza aérea estadounidense no existe constancia de ello. Los pilotos de los cazas de escolta también niegan el hecho.
Aún a día de hoy se desconoce el número de víctimas del bombardeo de Dresde. La gran destrucción y la rápida quema de los cadáveres para prevenir epidemia dificultan esta tarea. Además, la ciudad estaba poblada por decenas de miles de refugiados, de los cuales no se tiene un registro claro. La cifra oficial es de en torno a 35.000 víctimas. Otras investigaciones elevan la cifre hasta las 300.000.