Muchos ven al régimen nazi que gobernó Alemania entre 1933 y 1945 únicamente como un movimiento político. La Alemania nazi no fue solamente una sociedad gobernada por una dictadura. La ideología nacionalsocialista llegaba mucho más allá. El movimiento nazi intentaba controlar las mentes y las acciones de todos los ciudadanos que vivían bajo su Reich.
El carácter totalitario del régimen de la Alemania nazi implicaba que debía controlar y regular todos los aspectos de la vida de los alemanes. Otros regímenes dictatoriales se apoyaban en poderes preexistentes para controlar a la población, como puedan ser las diferentes confesiones religiosas o en instituciones civiles muy asentadas.
El régimen de Adolf Hitler fue mucho más allá. Al igual que habían hecho los bolcheviques en Rusia, querían crear una sociedad completamente nueva, donde todas las instituciones tuvieran el sello nazi. La escuela, las relaciones familiares, la visión de la vida, las relaciones sociales y por supuesto, la religión, debían ser reformados o incluso renovados desde cero.
Las bases religiosas de la Alemania nazi
Aunque pueda parecer que Alemania es un país homogéneo, esta ilusión sólo puede percibirse desde el prisma del nacionalismo especista decimonónico, mediante el cual se justificaba que diferentes países históricamente divididos se debía unir por el hecho de que sus pueblos pertenecían a la misma cultura. Esto significaba que, aunque históricamente hubiesen estado enfrentados o que nunca se hubiesen unido, estados donde la población era de la misma raza o hablaba la misma lengua, justificaba su unión.
Alemania es por tanto un país de este tipo, donde el único nexo de unión es la lengua alemana. Esto supone que para 1933, menos de 70 años después de la creación del país, Alemania era completamente heterogénea desde el punto de vista religioso. Las confesiones principales eran la cristiana protestante y católica, aunque también había presencia de cristianos calvinistas, judíos, masones o testigos de Jehová.
La creación de una nueva religión nazi
Dentro de las creencias de que todo pueblo, unido por su raza y lengua, también deben compartir la misma religión, los nazis buscaron unas creencias que imponer a todo el pueblo. El cristianismo, de origen judío, se veía como una amenaza para la raza aria, por lo que debía ser combatido. Gran cantidad de religiosos pasaron por campos de concentración en su intento de erradicar estas creencias.
Eliminar las creencias previas no era suficiente. Era necesario crear otras nuevas sobre las que justificar las acciones del partido. Los encargados de crear la nueva religión nazi fueron los miembros de las SS de Heinrich Himmler.
Himmler, aunque de educación católica, pronto rechazó estas creencias para adentrarse en el mundo del ocultismo y de las creencias paganas. No sólo Himmler, sino la mayoría de líderes nazis tenían algún tipo de relación con estas prácticas, bastante extendidas por la Europa del norte desde el siglo XIX.
A diferencia de la doctrina marxista, el nazismo basaba sus teorías en creencias místicas. Según la creencia nazi, el pueblo de la Atlántida, una raza de seres humanos superiores, había sobrevivido al hundimiento de la mítica civilización. Sus antepasados se podían encontrar por todas partes en el mundo: en la ciudad de Tiahuanaco en Bolivia, en el Tibet o en los europeos nórdicos.
Según los teóricos de las SS, los rituales paganos de la cultura germánica y de otras culturas antiguas habrían transmitido el conocimiento atlante a través de los siglos. El cristianismo, al eliminar esas prácticas, habría privado a los arios de sus conocimientos ancestrales, por lo que la Alemania nazi debía restituirlos si quería devolverle el papel de amos del mundo a la raza aria.
Los rituales en la Alemania nazi
Además de la doctrina, cualquier religión se fundamenta en sus ritos. La Alemania nazi debía crear nuevos ritos para sustituir a los muy asentados ritos cristianos. Para ello readaptó los ritos cristianos convirtiéndolos en ritos paganos.
Fiestas como la navidad fueron suprimidas, aunque no prohibidas. Se instauraron fiestas nuevas, como la celebración de los solsticios de invierno o verano. El símbolo principal del cristianismo, al cruz, fue sustituido por la esvástica. La adoración a Cristo o los santos fue eliminada por la adoración a Hitler y otros líderes del partido nazi.
Los rituales también fueron modificados. El bautismo cristiano se modificó para crear un rito de entrada en la comunidad nazi, donde el altar con la cruz se sustituyó por otro donde la esvástica y el retrato de Hitler estaba presente. También el matrimonio se adaptó a nuevas prácticas.
Los grandes eventos del partido se diseñaron como eventos religiosos, donde el éxtasis al que llegaban los asistentes les producía un elevado bienestar debido a la sensación de pertenencia a un todo. Esta comunión entre todos los miembros del grupo es uno de los elementos mejor recordados por aquellos que asistieron en primera persona a dichos eventos.
Un Vaticano para la Alemania nazi
La creación de una nueva religión suponía también articular una nueva jerarquía eclesiástica. En el centro del poder religioso nazi estaría Heinrich Himmler y sus SS. El lugar para colocar el centro del poder espiritual del Reich fue el castillo de Wewelsburg, cerca de Dortmund.
Este castillo medieval, con forma triangular, sería el germen de un enorme complejo de edificios, donde las SS tendrían su central religiosa. Aquí se podría instruir a los nuevos sacerdotes del culto nazi, además de dar cobijo a peregrinos y otros visitantes.
El elemento central del complejo religioso sería el propio castillo, donde se encontraría el lugar de encuentro del círculo interior de los caballeros de las SS. En la torre principal se crearon dos grandes salas. La inferior, situada bajo tierra, se utilizaría para los rituales de iniciación. en la superior se encontraría la sala de reuniones donde los 13 generales de las SS deliberarían acerca de todo tipo de temas.
La concepción de Wewelsburg se basaba en las leyendas artúricas del Grial. Los 13 generales de las SS hacían referencia al rey Arturo y sus 12 caballeros de la mesa redonda. El Grial además se creía que era un objeto físico, el cual debía ser encontrado por los nazis para segurar el éxito de su ideología.