El consumo de sustancias estupefacientes ha estado generalizado entre las diferentes sociedades humanas desde sus orígenes. Todo tipo de drogas de diferente uso y efecto se utilizan o han utilizado de manera común. Las drogas más consumidas de manera legal hoy en día son la cafeína, el alcohol y la nicotina. Sustancias relacionadas con el ocio, como la cocaína, el lsd, la heroína o la metanfetamina se consumen ampliamente hoy en día, a pesar de ser drogas ilegales. La legalidad o ilegalidad de los fármacos que consume el hombre ha ido variando según su aceptación social y sus efectos sobre el cuerpo humano.
En 1938, la farmacéutica berlinesa Temmler sacó al mercado un preparado de metanfetamina bajo el nombre de Pervitin. El Pervitin se vendía como un reconstituyente para las largas jornadas laborales y para mantenerse despierto y concentrado durante las veladas de estudio. Aunque de venta en farmacias, esta pastilla se vendía sin ningún tipo de receta médica.
La fórmula química había sido adquirida en Japón unos años antes. Farmacéuticas Temmler la probaron en ratas de laboratorio y observaron que la reacción principal era la excitación excesiva de los animales. Temmler decidió comercializarlo por tanto como excitante para los seres humanos. Vendidas en tubos de entre 12 y 20 dosis, las pastillas de Pervitín podían consumirse cada 8 horas y permitían realizar trabajos sin descanso durante 3 días seguidos.
Debido a la confianza que producía un producto de venta legal y además de factura alemana, el consumo de Pervitn se fue extendido rápidamente entre la sociedad. Cualquier personas lo tomaba para tener más energía y ser más productivo durante sus quehaceres del día a día. Al igual que estaba bien visto tomarse un café para poder despejarse, también lo era tomarse una pastilla de Pervitin. Este fármaco no se asociaba con el ocio o la drogadicción. Como su propio nombre indicaba Pervitin, que procedía del latín per vite -para la vida- era para el día a día.
El fármaco alcanzó tal popularidad entre los alemanes que incluso se produjeron productos que contenían Pervitín. El más famoso era el chocolate de la marca Hildebrand. Esta empresa chocolatera radicada en Berlín tenía un producto llamado Scho-Ka-Kola, que contaba con cacao, café, cafeína y cola. Durante la guerra se desarrollaron dos variedades con dosis de Pervitín, llamadas Panzerschokolade y Fliegerschokolade. También se produjo mazapán con Pervitín, el cual recibió el nombre de Fliegermarzipan.
Los efectos del Pervitín también llamaron la atención de las fuerzas armadas alemanas. El jefe de la academia médica militar, el general Otto Ranke se dio cuenta de las posibilidades que ofrecía el Pervitin. Después de realizar un experimento con reclutas en el que dos grupos de soldados se enfrentaron a una noche en vela de trabajo mental agotador y donde el grupo que consumió Pervitin fue extremadamente eficiente, la Wehrmacht comenzó a comprar el medicamento en cantidades industriales.
Las pastillas tonificantes fueron repartidas entre las tropas tanto en la campaña de Polonia como en la de Francia. En Francia, además de gracias a la superioridad de las tácticas alemanas, la posibilidad de poder marchar durante días sin descanso produjo la rápida caída del país galo. Los oficiales franceses calculaban las distancias que podían recorrer los alemanes de acuerdo a parámetros normales, no al de soldados drogados. Existen multitud de informes donde se destaca que los alemanes aparecen en diferentes posiciones del frente horas o incluso días antes de lo esperado por la inteligencia militar.
A pesar de los beneficios evidentes que producía el consumo de Pervitin, para 1940 los efectos secundarios ya se empezaban a demostrar nefastos. El ministro de sanidad Leonardo Conti, acérrimo defensor de las teorías de raza, veía con desdén los efectos que producía el consumo continuado de Pervitín. Ya habían aparecido algunos informes médicos de hospitales psiquiátricos, donde hasta un 10% de los internos se encontraban allí por el consumo reiterado de la sustancia. Por orden expresa del ministro, los adictos a la metanfetamina serían eliminados en el contexto de la operación T4, al considerarlos como racialmente impuros.
Conti ordenó que a partir de junio de 1941 el consumo de Pervitín fuese prohibido a la población civil excepto bajo prescripción facultativa. El consumo para las fuerzas armadas también fue limitado, a excepción de en casos de extrema necesidad. A pesar de las órdenes expresas del ministro, la limitación no sólo no fue ignorada, sino que se aumentó el consumo. Para finales de 1941, Temmler aumentó su producción a 600.000 dosis diarias y se vio obligada a construir una segunda planta productora para abastecer al ejército.
Debido a la gran dependencia alemana por la metanfetamina, el régimen se vio obligado a desarrollar una droga nueva que no produjese efectos secundarios a quien la consumía. En 1944 la guerra estaba perdida, pero los jerarcas nazis se negaban a admitir la evidencia. En los últimos impases de la guerra mundial, los científicos nazis son cada vez más apremiados para que desarrollen armas milagrosas que permitan al Reich alemán ganar la guerra.
Un arma nueva que se pensaba tendría un impacto decisivo en la guerra naval era el minisubmarino. Se fabricaron diferentes modelos, como el Neger o el Molch, los cuales contaban con una tripulación de 1 ó 2 tripulantes y debido a su pequeño tamaño eran indetectables. La tripulación de estos vehículos se encontraba encerrada en una pequeña cabina durante horas, con un espacio muy angosto para moverse y con el continuo ruido del motor resonando por toda la embarcación.
Operar en esas condiciones era imposible, así que se encargó a los médicos de las SS en el campo de concentración de Sachsenhausen, en Berlín, que desarrollasen una droga aun mejor que el Pervitin. Para ello utilizaron a prisioneros del campo como cobayas. Entre los días 17 y 20 de noviembre de 1944 se probaron sobre 12 reclusos cuatro drogas diferentes: cocaína líquida, cocaína en polvo, cocaína masticable y metanfetamina. A los presos se les obligó a marchar por el patio de revista del campo durante cuatro días sin parar, cargados con un saco de 30 kilos de peso.
Los presos aguantaron un mínimo de tres días. Las conclusiones del experimento fueron que las cuatro drogas producían un efecto similar, así que se decidió combinarlas en un único fármaco. Los médicos también pensaron que debido al poco espacio de los submarinos, el estrés de los pilotos sería alto, por lo que decidieron añadir a la mezcla un poco de morfina. La combinación de cocaína, metanfetamina y morfina recibió el nombre en clave de D-IX. Sus efectos en combate se desconocen, ya que los miembros de la marina que la tomaron murieron en combate, por lo que no se poseen datos fiables sobre sus efectos.